Crónicas personales

Comienza febrero e inevitablemente la energía del próximo aniversario de Puentes, me invita a reflexionar.

Como es una crónica poco feliz y demasiado íntima, he decidido publicarla en el Blog de Susie Intima bajo el título de El Vacío y la Tortuga.

Puentes es un emprendimiento holístico integral, y como tal, comparte los procesos personales de sanación, aprendizaje y evolución.

Si resuena contigo, te espero en la lectura.

Susannah Lorenzo / Tejedora de Puentes

Cómo nacen mis historias: Besos Amarillos

Creo que una de las heridas que más tiempo y dolor me ha llevado sanar es la ruptura del nido antes de tiempo.  Me atrevo a decir, que cada tanto, alguna palabra, algún hecho o alguna ausencia desata emociones de frustración e impotencia.

Cuando llevábamos (mis tres hijos y yo) cuatro años muy malos económicamente en la ciudad de San Rafael, Mendoza, después de un intento fallido de salir del país; de repente no había esfuerzo que alcanzara y nos quedamos sin posibilidad de alquilar: estábamos en la calle.  Pedí y lloré rogando trabajo para el que estaba  sobre calificada pero lo único que conseguí fue que me prestaran un monoambiente amoblado para estar con mis hijos.  Allí enfermé gravemente y perdí el control sobre mis emociones y mi salud.  Una neumonía (la cuarta en mi vida), me había dejado débil y casi no podía trabajar.  Luego nos prestaron un departamento vacío por dos meses más.

Por primera vez en muchos años, envié una carta al padre de mis hijos para reclamar y amenazar por cuotas alimentarias que nunca había pagado. Al principio, aceptó enviar algo de dinero a cambio de ver a mis hijos que ya transitaban la adolescencia temprana.  Viajó para visitarlos y enviaba giros postales con dinero a nombre de ellos, por prejuicio de que yo fuera a derrochar el dinero.  Logramos alquilar una casita donde comencé nuevamente a preparar alumnos y cocinar tartas integrales saladas para vender.

Luego de un par de meses de aportar dinero, envió una carta para decir que no podría seguir enviando dinero pero que les ofrecía vivienda, escuela y comida en su casa (en la provincia de San Juan).

Ya me habían dicho en los juzgados que la única opción que quedaba era hacerle juicio penal por no cumplir con la cuota alimentaria; hubiera sido inútil en ese momento porque nada estaba a su nombre y evitaba recibos de sueldos para no ser embargado. Pero yo estaba muy agotada físicamente, débil de salud y la sola idea de volver a dejar a mis hijos sin techo ni escuela, me aterraba y me frustraba.  No tenía el dinero para un abogado, ni la energía para lidiar nuevamente con juzgados, denuncias y asistentes sociales.

Artist: Emma Uber

Entonces, esgrimí un puñado de mentiras, cargué con todas las culpas y armé sus valijas y sus cajas para que se fueran a vivir con su padre.  Sabía que no había amor del bueno detrás de su oferta, pero sentía que si algo grave me pasaba y volvíamos a quedarnos sin vivienda, mis hijos podrían terminar desparramados en el sistema de hogares del estado.  Con esa decisión, creí que se mantendrían unidos y no les faltaría techo, comida o escuela.

Al momento de la partida de mis hijos, yo ya tenía serias complicaciones con la endometriosis y las hemorragias y cólicos me dejaban en cama varios días.  El día que se fueron, sentí como mi cuerpo se desgarraba y la sensación física de las emociones que me inundaron en ese momento, fue que alguien me había abierto en dos y arrancado con la mano todos mis órganos, sin anestesia y sin compasión.

Mi salud empeoró, tuve anemia grave y periodos de amnesia.  Sobrevivía solo para reunir dinero para poder viajar y visitarlos, pero me sentía muerta en vida y totalmente derrotada.

Me mudé a Malargüe, una ciudad más al sur en la provincia de Mendoza, porque no soportaba caminar con sus recuerdos y la visión de su presencia por las calles de una ciudad que habíamos compartido junto a mis hijos.  Solo quería encontrar un lugar alejado donde nadie me conociera y poder morir físicamente.

La endometriosis avanzó, invadió varios órganos y mantener una vida sana y económicamente activa se hacía cada vez más difícil.

Comencé a estudiar sobre la enfermedad, a investigar tratamientos alternativos naturales, y sobre todo a reconocer las emociones que había detrás de todo ese desorden hormonal.

Me llevó casi diez años, encontrar un equilibrio y ordenar mi salud.  En el proceso, descubrí mi propio tratamiento natural y acepté que el único camino posible era a través de la aceptación y sanación del desorden emocional y de mi deseo constante de morir físicamente (que me acompañaba desde mi adolescencia).

Viví 13 años en Malargüe, al sur de Mendoza.  En el último año, fue cuando nacieron los Cuentos Terapéuticos y se comenzó a gestar La Posada de los Muertos.

Contarles esta parte de mi historia es necesario para establecer el contexto de Besos Amarillos.

Aún cuando a los 50 ya había comenzado con los síntomas de la menopausia, los dolores, y las hemorragias aparecían cada tanto y se complicaron con prolapso de los tres órganos pélvicos (recto, útero y vejiga).  Me mudé a San Juan, con la intención de buscar nuevos horizontes económicos, intentar recuperar el puente con mis dos hijos menores que vivían allí y hacer las paces con mi pasado y las heridas que continuaba portando como medallas de guerra.

Una noche tuve la visión de la curandera que sanaba mi útero, tal como la cuento al comenzar la historia.  Ya había descubierto que la restauración de los puentes con mis hijos, no dependía solo de mí.  El dolor emocional era muchas veces insoportable y las heridas y emociones de mis hijos me dolían como propias.  No llegué a comprar los tres muñecos, pero imaginé y sentí todo el camino como si fuera real.  Fue en ese momento que además de escribir la historia de Besos Amarillos, comencé a tejer la Manta de Soles.

Tejer la Manta de Soles me llevó varios años en los que aprendí a lidiar con mis culpas y mis frustraciones, y sobre todo en los que descubrí que tenía derecho a vivir y disfrutar la vida.  Ahora que hago memoria, cuando terminé de tejer la Manta de Soles, fue cuando completé la escritura del libro La Posada de los Muertos que habla sobre el suicidio y cierra un largo periodo de mi vida en el que siempre estaba buscando mi puerta de salida.

La elección del color amarillo para los elementos claves de la historia, se relaciona con el color de la campaña de concientización sobre la Endometriosis.  La historia está dedicada a todas las endo guerreras que acumulan en sus órganos femeninos y pélvicos los traumas y heridas no sanadas de sus vidas como mujeres y como madres.

Besos Amarillos es la tercera historia del libro Cuentos Terapéuticos Tomo I.  Junto con Doña Muerte, es una de las historias que más se ha compartido y ha sido valorada y compartida por terapeutas y psicólogas.

Puedes conocer más sobre Cuentos Terapéuticos Tomo I en un vídeo breve en formato Book Trailer. Está disponible en edición impresa artesanal, en formato Ebook y como parte de la Colección de libros digitales Vamos a Leer.