Justificarse o valorarse

Crecí a la defensiva, aprendí a muy temprana edad a justificar mi modo de ser, mis acciones, mi valor, mis talentos y mis dones.  No es algo que una traiga incorporado, es algo que se aprende, gracias al entorno y a las relaciones, a la desvalorización de otros, a las burlas y críticas constantes.  No es un aprendizaje del que una deba sentirse orgullosa, porque implica siempre estar a la defensiva, temerosa de lo que otros dirán sobre nosotros.  Desde nuestra necesidad de pertenencia y aceptación, adoptamos patrones de conducta que nos ‘garanticen’ ser amados, valorados y celebrados.

Descubrir y reconocer ese patrón de conducta me ha llevado gran parte de mi vida; recién ahora, puedo ponerlo en palabras y ver en el espejo de mis relaciones personales y laborales algo que consideraba un defecto ajeno.  Es decir, si alguien no me valora ni aprecia mi entrega, el problema no es del otro, sino de mi baja autoestima.


Cuando alguien decide comprar una pizza o un par de zapatos, simplemente decide si puede permitirse el gasto o no, pero no pide que alguien justifique cómo calculó el costo y el precio final.  Lo mismo sucede si alguien se va de vacaciones, cena en un restaurante o decide ver una película en el cine.

Como profesora particular de inglés me malacostumbré a justificar siempre mis honorarios, los aumentos en valores y los recursos de que disponía; creí siempre necesario explicar las características de mi enfoque personalizado o el enfoque holístico en la experiencia de aprendizaje.  Mis alumnos continuaban disfrutando de sus vacaciones, sus salidas y su estilo de vida y yo siempre me sentía frustrada porque querían tomar clases personalizadas al valor de una clase grupal sin resultados efectivos.

Como Terapeuta Holística, hago lo mismo, intento convencer a quien quiere todo gratis, por qué mi tiempo, mis conocimientos, mi energía y mi dedicación tienen el valor que tienen.  Entonces explico una y otra vez, directa e indirectamente, cómo armonizo el espacio antes y después de una sesión o consulta; el desgaste energético, los recursos que comparto para acompañar el proceso, mis años de experiencia o el tiempo que dedico a estudiar y perfeccionarme.

Hace apenas un par de años que decidí ser selectiva y solo aceptar alumnos en mis clases o participantes de talleres que valoren mi dedicación, mi método y mi enfoque.


El aprendizaje en este 2022 es dejar de justificar mi trabajo terapéutico. Quien esté preparado para el proceso llegará en el momento justo, quien elija reservar una sesión o una consulta no necesitará de explicaciones o justificaciones para apreciar mi contención, mi guía o mis técnicas.

Para quienes no pueden acceder a una consulta o sesión privada, genero muchísimos contenidos y recursos gratuitos en mi página web, en mi canal de YouTube, en Facebook, Instagram y Tik Tok.

Justificar me quita paz y solo alimenta mi inseguridad; generando un ruido innecesario en la comunicación.

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