Esperar sin desesperar

Desaprender la ansiedad adquirida desde la cuna, o quizá desde el vientre materno, no es algo que se logré con un par de meditaciones y un desafío de  90 días.  Sobre todo, cuando el trabajo consciente comienza después de los 50 y aún más cuando nuestro entorno familiar sigue apostando a la ansiedad y la impaciencia como ritmo de vida y desasosiego.

A pesar de haber crecido en un cambio constante de ciudad, escuela y vecindario, fui educada para esperar siempre lo peor, para pensar siempre mal, para juzgar a quienes hacían o pensaban diferente y sobre todo a anticiparme a tragedias que aún no sucedían, convirtiendo el presente en una tortura constante.  No me justifico. Debí haber advertido en mi juventud que esos patrones de conducta y padecimiento emocional y mental no eran buenos para mi sistema, mi salud y mis energías.  Tratando de sostener una vibración que me hiciera sentir parte del clan y por ende, aceptada y amada, dejé que un desequilibrio absoluto gobernara mi vida interior y por ende mi realidad externa.

Si bien yo nunca tuve raíces en algún lugar, ya que no tuve la casa o el barrio de la infancia, sino varios escenarios a lo largo de mi vida; artísticamente siempre me vi como algo estático, algo que podía dar refugio, luz, paz, amor y contención.  En mis poesías, era siempre el faro que guiaba marineros perdidos o la playa donde se posaban temporalmente gaviotas que luego emprendían su vuelo.  Uno de los primeros cuadros que hice con pasteles fue un árbol frondoso con curvas de mujer que representaba como yo me sentía en las relaciones con los demás.  Intuitivamente o interiormente nunca me veía saliendo a buscar, reclamando o exigiendo algo que no surgía per se.

Sin importar en qué lugar geográfico estuviera, yo sentía que las personas estaban siempre de paso en el mapa de mi alma, y que nadie estaba listo para quedarse y compartir; nadie podía sostener su energía demasiado tiempo cerca de la mía.

A pesar de esa visión poética interior, siempre estaba buscando formas de ser reconocida, aceptada, vista y comprendida.  Siempre había que ser la mejor alumna, la mejor empleada, la mejor madre, la mejor docente, la mejor profesional; porque creía que de eso modo, alguien me vería por quien realmente era y me aceptaría amorosamente. 

Correr tras logros basados en expectativas externas o ajenas, sólo nos aleja de nuestra esencia y nos desconecta de ese sensor, esa brújula que nos indica cuándo estamos demasiado lejos de casa (el Alma).

Estudiar Diseño Humano me sirvió para comprender los diferentes tipos de diseño energético que las personas tienen, a un nivel de profundidad que excede la generalidad de la astrología.  Por eso nunca había estudiado Astrología, sabía que no alcanzaba con saber que soy Virgo o Dragón, eso no resolvía mis interrogantes ni mis dificultades para adaptarme al entorno.

Cuando hice mi perfil, resultó que soy  del tipo Proyector (sólo el 22% de la población es de este tipo), con un perfil de Ermitaño.  La estrategia de un Proyector es ‘esperar la invitación’, eso quiere decir que debo esperar a ser invitada, reconocida o llamada a determinada situación, escenario, relación o proyecto.  Forzar, intentar persuadir o aconsejar cuando no es pedido por la otra persona, puede resultar en amargura, que es el aspecto negativo de este tipo energético.  En mi diseño energético los únicos centros activos son el chakra de la garganta (comunicación) y el centro G (amor y dirección), casi como el chakra cardíaco.

Por supuesto que todas las características coinciden: capacidad de ver lo que otros no ven,  habilidad para leer la energía de otros y reconocer su centro /esencia y la facilidad de ser el faro para otras personas, guiándolos hacia la Luz y su sabiduría interior.

Descubrir que la estrategia para preservar mi aura y sostener mi energía en los niveles óptimos es ‘esperar la invitación’ fue, por un lado, revelador porque me permitió comprender porque tantos proyectos y relaciones fracasaron en mi vida; pero por otro lado, fue el descubrimiento que aún estaba ante un gran desafío: aprender a esperar.

El consejo para los proyectores es que, mientras esperamos a que la marea suba o los vientos sean propicios, nos dediquemos a estudiar, cuidar nuestro bienestar, hacer lo que nos gusta y nos hace bien y sobre todo, sostener la vibración de nuestra aura equilibrada en los colores de nuestra Alma.

En realidad, ese consejo debería ser válido para cualquier persona (sin importar su tipo energético de Diseño Humano) que está en una situación de espera.

Es que no se trata de cuánto tiempo hay que esperar o dónde esperamos, sino la actitud que adoptamos durante la espera.

Confieso que las salas de espera (metafóricamente hablando o incluso las reales), siempre me han desesperado.  Ya fuera que tuviera que esperar en un consultorio médico, en la larga cola de un banco o incluso antes de entrar a una entrevista laboral, era necesario tener algo útil para hacer: leer, tejer a crochet o escribir.  Sólo ocupar mi mente en alguna actividad que distrajera mi mente, me ayudaba a regular los niveles de ansiedad y de mal humor.

He aprendido, con los años, que cada ‘sala de espera’ en nuestra vida es una lección, una enseñanza, parte de nuestro entrenamiento y una pausa obligada por Dios o el Universo para que revisemos un par de cosas en nuestro interior.

Cultivar la paz y sonreír mientras toca esperar es fácil cuando las necesidades básicas están cubiertas y todas las cuentas están pagadas.  Sostener la espera cuando hay necesidades urgentes hace que los niveles de ansiedad se disparen y los viejos patrones de conducta tomen el control.  Cuando eso sucede, busco guía en los oráculos, las runas o el tarot. Las respuestas no difieren de la realidad: pausa, tiempo de espera, hacer sin hacer, no forzar, no avanzar, convertirse en observador y testigo, aprendizaje, lección de vida, muerte psíquica, esperar y más esperar.

A punto de cumplir 60 años, ese parece ser el gran desafío: aprender a esperar sin desesperar. 

Cuidar del faro, sostener su luz, decorar sus paredes, limpiar los cristales y simplemente respirar sin imaginar barcos en el horizonte parece una misión casi imposible.

Haber pasado más de la mitad de mi vida intentado adaptarme a Manifestadores o Generadores de energía, ha deteriorado mi cuerpo físico y mi cuerpo energético.

¿Lo lograré antes de que esta versión terrena de mi Alma desaparezca del planeta?  Sólo Dios sabe.

Como dice Kyle Gray, no se trata de qué tan perfecta es una práctica espiritual o de meditación, o cuánto tiempo dura o si la pose es según un manual de Kundalini Yoga; se trata de acudir a la práctica, realizarla según nuestras limitaciones físicas y de entorno y sobre todo, realizar nuestros ejercicios espirituales cuando menos ganas tenemos.

Conocer mi Diseño Humano me ha servido para comprender por qué me afectan tanto las energías de otras personas y por qué mi organismo no funciona en sistemas de trabajo que a otras personas les resultan exitosos.

Aquí estoy, en una ‘sala de espera’, con marea baja, sequía, eclipse lunar y preliminar de luna llena, sostenida sólo en el Maná Divino y la práctica espiritual; funcionando en modo bajo consumo o llama piloto, hasta que la intensidad del faro, sea descubierta, reconocida y buscada.

Susannah Lorenzo / Tejedora de Puentes

Projector / Self-projected  – Perfil 2/4


Las virtudes que nos faltan

¿No sabes cómo lidiar con tu falta de constancia? ¿Has probado diferentes meditaciones, prácticas y ejercicios y nada funciona? ¿Te gustaría lograr un objetivo y que sus resultados perduren en el tiempo? Entonces, esta nota es para ti.

Te invito a prepararte el mate, una taza de cacao caliente, una infusión o una leche dorada y tomarte el tiempo de leer detenidamente cada párrafo, tomando nota de lo que necesites para ti.

En medio de un proceso profundo de reconocimiento de conflictos internos y sanación activa de las emociones escondidas, aparecieron algunos signos de herpes en un par de puntos de mi cuerpo.  Apliqué aceite de coco y me dije: ‘con aceite se me pasará’.

Ayer, uno de los puntos se había convertido en una zona demasiado grande, incómoda y dolorosa.  Entonces, mientras hacía 4 km en la bicicleta fija, retomé la práctica del Método MIR y antes de dormir, activé los Códigos Sagrados para el herpes.

¿Ya estoy mejor hoy? Claro que no.  El conflicto emocional que desencadenó esos síntomas se había convertido en una tumba clandestina de Emociones Huérfanas,  olvidada durante muchos años.  Es decir que los síntomas físicos eran parte de la limpieza de las memorias guardadas en mi cuerpo; porque nuestro cuerpo físico y nuestro cuerpo energético son un depósito de residuos emocionales que no hemos atendido en su momento.

Deberé armarme de paciencia, amor, compasión y constancia para completar una ronda del Método MIR, todos los días, dos veces, durante 4 semanas.  Además deberé completar al menos 7 días con los Códigos Sagrados respectivos o hasta que haya mejorado totalmente, a nivel físico.

¿Te parece mucho?  Sí, a todos nos parece mucho; al tercer día, si no vemos mejoría instantánea, nos aburrimos o sentimos que lo que estamos haciendo ‘no funciona’.

No llegué a esta vida terrenal con las virtudes de la paciencia y la constancia: por naturaleza quiero todo ya, sin demoras ni excusas; no me gustan las salas de espera ni los tiempos en pausa; detesto las agonías y si algo dolerá prefiero quitarlo de cuajo, aunque la intensidad sea mayor, si el tiempo de sufrimiento se acorta. En cuanto a la constancia, he intentado diferentes técnicas desde que era adolescente: he padecido los horarios estrictos organizados pegados en mi escritorio o mi agenda; he querido adoptar la disciplina de personas constantes; me he castigado mentalmente por no ser constante y me he pasado gran parte de la vida renegando de mis defectos o mi falta de ciertas virtudes.

Con el tiempo, he aprendido que cada persona es diferente y que lo que funciona para unos, no tiene que funcionar para todos; he aprendido a reconocer y respetar mis fases, mis ciclos y mis ritmos.

En Consulta Terapéutica, en sesiones de Tarot Evolutivo y Péndulo Egipcio, en Talleres Terapéuticos e incluso con los alumnos de clases de inglés escucho a diario frases como éstas:

  • “Ya no sé qué hacer, nada me funciona.”
  • “No logro cambiar, no puedo cambiar.”
  • “He probado con lo que sugeriste, pero no vi resultado.”
  • “Por más que lo intento, todo sigue igual.”
  • “A mí me cuesta….”
  • “Yo no soy así, no puedo cambiar y ser de otra manera.”
  • “Me gustaría ser como vos.”
  • “Envidio tu capacidad para cambiar y adaptarte.”

Si alguna de esas frases o varias, o todas, son ciertas para ti, déjame preguntarte:

  • ¿Qué duración tienen tus intentos o pruebas?
  • Eso qué dices que no funciona o no produce los resultados deseados, ¿lo has intentado por 21 días seguidos o 90 días seguidos?

El problema no es siempre la técnica, la práctica o el ejercicio; la mayoría de las veces, el problema es la actitud, la decisión y la elección individual de cada persona.

Ahora te pregunto:

  • ¿A qué estás dispuesto para lograr los cambios que deseas?
  • ¿Qué tan importante es lograr la transformación de tu vida que buscas?
  • ¿Cuánto vale lo que quieres manifestar? ¿5 minutos, 15 minutos, 1 día, 3 días, 90 días, tres meses?

Comparto contigo mi aprendizaje y lo que a mí me funciona

  • El valor o la dificultad de lo que queremos lograr o manifestar, es proporcional al tiempo, energía y dedicación que debemos invertir.
  • Escribir, ya sea ejercicios o afirmaciones, manifiesta a través de nuestro cuerpo físico lo que queremos lograr.
  • Llevar una Bitácora de Viajes Interiores (o un diario personal) es sumamente importante para registrar todo lo que hacemos, nuestros logros, los síntomas que aparecen en el proceso, los sueños que tenemos mientras dormimos, las señales que se aparecen, los pequeños cambios que logramos y todo lo que sirva para mirar atrás, dentro de un mes y comprender cómo funciona nuestro subconsciente.
  • Anotar cada día los pequeños o grandes logros, lo que hemos conseguido, lo que hemos completado, lo que hemos descubierto.
  • Establecer un programa de trabajo con una cantidad de tiempo, el mínimo son 21 días, lo ideal, serían 90 días y hay transformaciones que necesitarán un año o más.  Registra tu número de día que debes completar en tu agenda: 2/21, 16/90 o lo que corresponda.  Al terminar el día, resalta ese número y agrega una carita feliz (emoticón) y un corazón, y sonríe por seguir avanzando.
  • Si durante el día, nos dejamos llevar por la rutina, las excusas o los asuntos urgentes, antes de dormir, no importa si ya pasaste la media noche, haz la actividad o el ejercicio que corresponde.  Tu día termina cuando te acuestas, no cuando lo indica el reloj.
  • Antes de dormir, agradece todo lo bonito que ha sucedido, las bendiciones recibidas y felicítate por todo lo bueno que has hecho por ti durante el día.  Debes decirte palabras amorosas: ‘vas bien’, ‘lo estamos logrando’, ‘todo estará mejor’, ‘se siente bien elegir estar mejor’. Sonríe antes de dormir.
  • Al despertar, mírate al espejo con amor, pronuncia frases bonitas y amorosas, aliéntate a vivir el día con una actitud que valore tu bienestar, tu salud y tu alegría. Sonríe al mirarte.
  • No te quejes de lo que no estás dispuesto a cambiar.  La queja solo alimenta energéticamente todo aquello que no queremos en nuestra vida.
  • Todo lo que hacemos o dejamos de hacer hoy influye en cómo nos sentiremos dentro de una semana, un mes e incluso varios años.
  • Es necesario ocuparnos al mismo tiempo de nuestras emociones, nuestro cuerpo físico, nuestros chakras, nuestra mente y nuestra Alma (a través de nuestra práctica espiritual).
  • No alcanza con pagar una sesión de Terapia (de cualquier tipo que sea) cada semana.  Tu realidad ni tus emociones no van a cambiar por lo que hables en terapia o lo que te recomiende el terapeuta.  Tu realidad va a cambiar en la medida que seas parte activa del proceso de sanación y elijas hacer algo diferente en tu vida, cambiando tus hábitos, tu forma de pensar, alimentarte, relacionarte o dormir.

Plan inicial de 7 días

Objetivo:

No importa cuál sea nuestro objetivo (abundancia y prosperidad, relaciones amorosas, trabajo, salud, peso, crisis de ansiedad, depresión o claridad mental), la prioridad debe ser siempre nuestra Paz interior, nuestro equilibrio entre lo visible e invisible, nuestro bienestar y nuestra alegríaPor lo tanto, debemos disfrutar lo que hacemos y realizar cada tarea con atención plena y consciente en cada momentoSi logramos mejorar nuestro bienestar emocional y mental en los primeros 7 días, será más fácil continuar trabajando y agregando tareas en periodos de 21, 45 o 90 días.

Rutina diaria:

  • Incorpora una frase, mantra, plegaria (que no sea una súplica), bendición o canto de alabanza para incluir en cada momento en el que no estés trabajando: mientras realizas los quehaceres de la casa, mientras caminas o usas la bicicleta, mientras usas el transporte público y mientras te duchas.  Elige algo positivo y fácil de aprender, que puedas repetir mentalmente o en voz alta a cada momento.  Encontrarás varias en mi página de Puentes Terapéuticos de Facebook o en el libro Tejedora de Cielos.  También dejaré algunas aquí debajo.
  • Realiza al menos 10 minutos de ejercicio: puede ser bicicleta, caminata, Tai Chi, bailar, QiGong (Chi Kung) o posturas de yoga.  Es importante no usar el celular y realizar respiraciones conscientes mientras enfocas la energía amorosa de tu corazón en todo tu cuerpo.
  • Elimina el azúcar refinado, el café, el té negro, gaseosas (refrescos artificiales) los fritos y el alcohol de tu dieta.  Consume Agua Detox, Sopa Detox, infusiones o tisanas y alimentos saludables y nutritivos. Bendice con tus manos cada alimento o bebida que consumes.
  • Elige una afirmación o varias, para escribir en tu agenda, diario o bitácora al comenzar el día, mientras desayunas. Sonríe cuando termines de escribir.
  • Escribe 5 oraciones de gratitud antes de dormir, repasando las bendiciones del día.  Incluye aún los pequeños detalles, como algo bello que observaste en tu caminata del día o un mensaje bonito que recibiste. Al cerrar los ojos antes de dormir, sonríe.
  • Cuando sientas que la tensión, la preocupación o el agobio te ganan, cierra los ojos, realiza tres respiraciones profundas y haz algunos estiramientos de brazos, manos, espalda, cuello y hombros.  Al finalizar, sonríe.
  • Si tu mente está saturada, si te sientes cansado mentalmente o si te pesa la cabeza; frota tus manos, palma con palma, varias veces, luego coloca las manos en ahuecadas sobre tus ojos, sin presionar ni rozar.  Respira hondo tres veces. Al finalizar, sonríe.

Importante

  • Debes completar todas las actividades para el plan inicial, durante 7 días consecutivos.  Si por alguna razón salteas un día, o eliges no hacer nada, deberás volver a comenzar.
  • Anota este plan de manera detallada en una hoja de tu bitácora, diario o cuaderno.  Es importante que tomes nota y lo asumas como un proyecto de trabajo, un trabajo más importante que cualquier compromiso laboral o profesional.
  • No sabrás cómo puedes sentirte, a menos que hayas cumplido los 7 días.
  • Luego de completar tu Plan Inicial de 7 días, ya puedes comenzar a trabajar con un plan más intensivo de 21 días, que agregue otros ejercicios y mantenga aquellos que ya disfrutas plenamente.

Considera realizar una sesión de Tarot Evolutivo de Diagnóstico para reconocer aquello que debes resolver y sanar a nivel emocional y descubrir cómo puedes equilibrar tus energías.

Si no estás seguro/a de qué tipo de Terapia Holística puede ayudarte en tu caso particular, considera agendar una Consulta Terapéutica para poder asesorarte mejor.

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